lunes, enero 15, 2007

España es poca cosa

España es poca cosa

El apesebrado escritor y poeta mallorquín Sebastià Alzamora, colaborador habitual del subvencionado diario Avui y uno de los nuevos referentes del nacionalismo catalán (muy mal tienen que ir las cosas intelectualmente hablando, para tener a este sujeto como referencia), nos explica esta semana en El Temps lo que es España (traducimos):

http://www.eltemps.net/op.php?aut_id=54

ESPAÑA ES POCA COSA

Paso el fin de año en un pueblecito de Extremadura y quizás –por efecto de los aires serranos o del regio carácter de los embutidos ibéricos– me da por meditar sobre el hecho comprobable de que la entidad nacional denominada España, más bien es, como dice el título, poquita cosa. En realidad, España no es más que un altiplano rodeado de nacionalidades históricas por todas partes menos por una, que –eso sí– resulta que es Madrid. Pero toda la periferia, a parte de ser mucho más extensa que el núcleo, resulta ser de una españolidad difusa y más o menos incierta.

Empezando por abajo, los andaluces, a pesar de haberles correspondido a menudo el dudoso privilegio de representar la esencia hispánica más folclórica y ruidosa, son tan poco españoles que incluso ya se han proclamado nación histórica, o no sé qué otro eufemismo. Con respecto a los extremeños que me rodean mientras escribo estas líneas, se producen como un interesante híbrido entre los susodichos andaluces y los lusos a secas, mucho más estrechamente vecinos que las Castillas. Y después, ya lo ven: gallegos, vascos, navarros, cántabros, catalanes y valencianos, además de unas cuantas ínsulas baratarias repartidas en dos archipiélagos inmersos, como atañe a su condición, dentro las aguas procelosas de la desafección y la indiferencia. El hecho de que muchos de los ciudadanos pertenecientes a las comunidades antes relacionadas se consideren a si mismos españoles hasta el cuello, no es otra cosa que un error imputable a una deficiencia de formación, inducida por el estado con mala folla. Pero la realidad evidente, la verdad verdadera, por mucho que estos ciudadanos no la conozcan ni la quieran conocer, es que no son propiamente españoles, y que esto tarde o temprano acaba haciéndose notar de una forma u otra. Españoles, lo que se dice españoles, son los madrileños, los castellanos y los murcianos –y estos últimos todavía con reticencias, pero dejémoslo estar.

Españoles rotundos (tan encontrados ideológicamente como se quiera, pero coincidentes en la médula ósea nacional) son Aznar y Zapatero: en cambio, fíjense en Felipe González y noten que, por muy españolista que fuera, no era español, sino andaluz, una identidad en el extremo inferior tan próxima a la de los catalanes que sólo hace falta reparar en el caso de Montilla para darse cuenta (ni que decir tiene que un señor de Valladolid no querría nunca ser presidente de la Generalidad, pero uno de Iznájar acepta tal destino con naturalidad beatífica, porque en el fondo se siente como en casa). Un andaluz, como un valenciano, un navarro, un mallorquín o un catalán, puede ser un españolista furibundo, pero, por mucho que se empeñe, nunca será español más allá de los efectos meramente administrativos.

España, pues, es una cosa que hacen señores adustos y obtusos como Aznar y Zapatero, y que se hace real en la Meseta y en el Paseo de la Castellana: una yema de huevo rodeada de una gran clara de consistencia nacional francamente cuestionable. Vista así, España -la verdad- produce poco efecto: quizás en este nuevo año deberíamos empezar a pensar seriamente en desentendernos de una cosa tan poco y mal hecha.

http://boicotcatalan.superforos.com/viewtopic.php?t=1517

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