domingo, febrero 25, 2007

MECANICA SOCIATA DE LA CRISPACION

EL ANÁLISIS

Para entender la mecánica de la crispación (instrucciones de uso)


¿Se ha preguntado usted por qué le duele el estómago cuando escucha a José Blanco, López Garrido o Álvaro Cuesta? No es un misterio. Es una estrategia. Aquí va un análisis del discurso.

23 de febrero de 2007. Porque ya canta, ¿no? No es normal que, pase lo que pase, se hable de lo que se hable, el discurso del poder sea tan monocorde y, al mismo tiempo, tan invariablemente agresivo, como cortado siempre por el mismo patrón de mazazos y bofetones. ¿Qué extraño don tiene esta gente para desencadenar la batalla de Waterloo cada vez que abre la boca? Sobrepóngase usted al escándalo moral o a la vergüenza intelectual –esas nieblas virtuosas- y penetremos en la lógica de la crispación. Imaginemos que un día, quizás hacia 2002, uno de esos técnicos de la comunicación de masas que tanto abundan en tiempos de decadencia fue llevado ante la flor y la nata de la guardia pretoriana zapateril. Imaginemos que al técnico le pidieron orientaciones sobre cómo presentar batalla. Imaginemos que el técnico, quizás alisándose un atuendo casual de unos 2.000 euros, pudo hablar así:

"Ante todo, las cosas claras: sólo sobreviviréis si sois capaces de fanatizar a los vuestros hasta la ceguera. Y para eso no hay más camino que dividir el mundo en dos: buenos y malos. Vosotros sois buenos, progresistas, amables, con buen talante, pacíficos y virtuosos; ellos son malos, retrógrados, antipáticos, ceñudos y hostiles, belicistas y corruptos. Cuanto más malos parezcan, más miedo tendrán vuestros partidarios y, en consecuencia, mayor será su fidelidad".

"Norma de oro: la Reductio ad Aznarum. Cualquier calamidad no puede tener más que una causa: Aznar. El cambio climático o el terrorismo checheno, el alcoholismo juvenil o el 11-M, todo es siempre, necesariamente, culpa de Aznar. Quizás al principio no cuele. Sin embargo, en un par de años ya nadie dudará de que Aznar es, por definición, culpable. Y vosotros, por oposición, sois los redentores naturales del género humano y de la libertad".

"Rehuid la discusión política. No contestéis nunca a lo que os preguntan. Llevadlo todo, siempre, siempre, al terreno de la indignación moral. A la gente no le interesan los conceptos ni las teorías; le interesa que haya culpables sobre los que descargar sus penas. No os dejéis llevar hacia la discusión: incluso si ganáis, llevaréis las de perder, porque pareceréis sospechosos, demasiado listos. Lo que importa no es tener razón, sino que el enemigo parezca absolutamente abominable. Y eso no se consigue venciéndole en un debate, sino cubriéndole de oprobio. Por cualquier medio".

"Nadie tiene derecho moral a criticaros. Eso de que la oposición critique es un vicio que hay que desterrar; actuad como si el crítico violara la ley. Cuando os pidan explicaciones, no os defendáis, sino atacad: devolved al rival el reproche que os hace; castigad al enemigo con una descalificación sumaria, como despacharíais a un delincuente. A quien os pida cuentas, espetadle sin miedo: «poco talante», «derecha extrema», «falta de moderación», «gente de poco fiar». La fe de vuestras filas se sustenta en la convicción de que sois los buenos. No se os pide que tengáis la verdad en la boca, sino la certidumbre de que el rival no merece vivir. Nunca dejéis de proclamar que ellos son el mal".

"Muy importante: el pasado nunca tuvo lugar. No os preocupéis si alguna vez cometisteis un error; hoy, gracias a la televisión, nadie recuerda lo que pasó ayer. Y al revés, tenéis millones dispuestos a creeros a pies juntillas. O sea que cualquier error tiene que haberlo cometido siempre el enemigo, y no hay más que hablar. Por lo mismo: no temáis inventar un pasado que nunca existió. Existirá si vosotros lo deseáis".

"Quizás alguna vez dudaréis, titubearéis, pensaréis que este no es el camino correcto, que nadie creerá lo que estáis diciendo, que os reprocharán vuestra desfachatez. Manteneos firmes; no os mováis un milímetro de la línea. La duda causa estragos en la muchedumbre. Lo importante no es que digáis la verdad, sino que siempre digáis lo mismo. La fuerza de la repetición, bien amplificada, es la que termina construyendo la verdad".

"No temáis parecer estúpidos. Quienes podrían percibirlo no os interesan. E incluso entre éstos, siempre habrá quien esté dispuesto a ser indulgente si es por la causa. Por otro lado, nunca faltará un intelectual o un artista para decir en los periódicos que tenéis razón. Aunque sea contra toda evidencia".

"Confiad en estos principios, seguidlos con fidelidad y tendréis en la mano el poder y la gloria".

Y tal vez el técnico, dicho esto, volvió a alisar su atuendo casual de 2.000 euros, respiró hondo, y pensó para sí: "Estoy creando unos monstruos".

(Veamos: yo no sé si de verdad esto pasó. Lo que sé es que escuchamos a Zapatero, a De la Vega, a Carmen Calvo, a Pepiño o a quien sea, y todo su discurso se reduce a esta lógica publicitaria del maniqueísmo primario y la fe ciega. Haga usted la prueba: recorte los principios antes expuestos y aplíquelos a cualquier declaración gubernamental. Descubrirá, aterrado, que son verdad. Lucifer entre nosotros).



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lunes, febrero 12, 2007

La Cataluña que nos asfixia

La Cataluña que nos asfixia
POR EDURNE URIARTE
Cuando el líder de un partido de centro-izquierda, de vocación moderada, socialdemócrata, europeísta, moderna, acaba actuando y hablando igual que un líder ultra, es que se ha producido una alarmante degradación de los principios liberal-democráticos en esa sociedad. La fusión se ha consumado en Cataluña. No hay forma de distinguir a Montilla de Carod. El lenguaje de Montilla es hoy el mismo que el del nacionalismo extremista de ERC. La recusación de Pérez Tremps le parece «un ataque a Cataluña». Y el fracaso de Gas Natural en Endesa. Y, seguramente, hasta la rescisión del contrato de Kelme con ese otro ultra llamado Oleguer, que, supongo, es catalán antes que ultra para este Montilla guiado por Carod.
Poco o nada queda del partido no nacionalista de centro-izquierda en Cataluña. Su nuevo ideario político está compuesto de nacionalismo, de razón étnica, de los deseos de la nación. Su inspiración es la voluntad de esa nueva gran diosa llamada Cataluña a la que ellos adoran ahora con la misma pasión étnica que los nacionalistas originarios. Los argumentos de la ciudadanía o de la izquierda se evaporaron. La razón democrática está al servicio de la grandeza nacional de Cataluña y los catalanes han sido suplantados por Cataluña.
El asunto Pérez Tremps es tan sólo el corolario de un profundo error político que es ese quebrantamiento de los consensos autonómicos de la Transición liderado por el PSOE. Para llegar a esto, a la liquidación de su partido en Cataluña, a un problema mucho mayor de integración de los catalanes, y, lo más grave, a actitudes generalizadas de intolerancia e insumisión hacia las leyes y los mecanismos institucionales. Y esa Cataluña de la razón nacional asfixia a su disidencia interior, PP, Ciutadans y la amplia masa silenciosa, y crecientemente al resto de españoles cansados de hablar en lenguaje democrático a quienes sólo se expresan en lenguaje nacionalista. No hay un choque entre Cataluña y España, como proclaman al unísono Montilla y Carod, sino entre nacionalismo y democracia. Si la razón nacional se impone a la democrática en el asunto Pérez Tremps, la crisis estallará definitivamente.